Las reglas están para romperlas

PaNt & cAmpeRa de JEAN: breVe hisToria naíF

Los jeans y las camperas: una historia de tela, trabajo y rebeldía

Pocas prendas atraviesan el tiempo con tanta fuerza simbólica como el pantalón de jean y la campera de denim. Lo que hoy se percibe como un básico de guardarropa nació en el siglo XIX como respuesta a una necesidad práctica: vestir a trabajadores que enfrentaban jornadas duras en minas, fábricas o el campo. La historia del jean y la campera no puede separarse de la historia de Levi Strauss & Co., aunque otras marcas fueron decisivas para transformar esta prenda de trabajo en un ícono global.

El origen suele ubicarse en 1873, cuando Levi Strauss, un comerciante de telas alemán radicado en San Francisco, y Jacob Davis, un sastre de Nevada, patentaron un pantalón reforzado con remaches de cobre para soportar la tensión en los bolsillos. Ese invento dio vida al Levi’s 501, considerado la primera tipología de jean moderno. El tejido utilizado era el denim azul de sarga, importado de Nimes, Francia (de allí, de Nîmes → denim). Su durabilidad y resistencia hicieron que los mineros, campesinos y cowboys adoptaran rápidamente la prenda.

Pero Levi’s no estuvo solo en esta historia. A comienzos del siglo XX, aparecieron Lee (1889) y Wrangler (1904, como Blue Bell), que más tarde se consolidaría como Wrangler en 1947. Mientras Levi’s dominaba el oeste norteamericano, Lee se posicionaba en Kansas con propuestas más adaptadas al ferrocarril y la mecánica, y Wrangler se convertía en la marca oficial de rodeo y vaqueros. Estas tres empresas conformaron la “sagrada trinidad” del denim.

La campera de jean también tiene su origen en Levi’s. En 1905 lanzaron la Blouse 506XX, una chaqueta corta y rígida para acompañar a los pantalones. En 1938, Lee presentó la Storm Rider Jacket, forrada en pana y abrigo de borrego, que se transformó en un clásico del workwear. En los años 50 y 60, estas camperas dejaron de ser solo uniformes de trabajo y pasaron a ser símbolo de juventud, especialmente al ser adoptadas por estrellas de cine como James Dean o Marlon Brando.

El jean y la campera atravesaron una transformación radical en el siglo XX, pasando de uniforme laboral a símbolo cultural. Durante los años 50, Levi’s 501 se convirtió en emblema de la rebeldía adolescente. En los 70, marcas como Calvin Klein llevaron el jean a la pasarela, convirtiéndolo en una prenda aspiracional y sexualizada (recordemos la icónica campaña de Brooke Shields en 1980: “Nothing comes between me and my Calvins”). En paralelo, surgieron marcas italianas como Diesel o Replay, que introdujeron lavados, roturas y el concepto de jean de diseño. En los 90 y 2000, Guess, True Religion o G-Star Raw empujaron la tendencia de fits arriesgados, mientras que Helmut Lang y Maison Margiela elevaron el denim al campo de la moda conceptual.

En cuanto a tipologías, los jeans pasaron de la silueta recta (501) a propuestas más diversas: bootcut, flare, skinny, boyfriend, baggy, cargo jean, cada una asociada a una subcultura o tendencia. Las camperas también se diversificaron: del trucker jacket clásico de Levi’s al oversize de los 80, pasando por versiones con bordados, parches punk o reinterpretaciones de lujo de Balenciaga, Dior o Vetements.

Hoy el jean y la campera son un territorio universal, atravesando todas las clases sociales y géneros. Se usan tanto en el campo como en la alfombra roja. Lo interesante es cómo estas prendas nunca se desprendieron de su ADN: siguen evocando trabajo, resistencia y autenticidad, incluso cuando se venden en boutiques de lujo a precios elevados.

En síntesis, Levi’s es el origen indiscutido, pero sin Lee, Wrangler, Calvin Klein, Diesel o Guess no se podría explicar la expansión cultural del jean y la campera. De uniforme obrero a objeto de deseo, estas prendas condensan uno de los relatos más potentes de la moda: el de cómo algo tan funcional puede convertirse en símbolo de rebeldía, estilo y pertenencia.

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